«En tiempo de prodigios de Marta Rivera de la cruz es una novela sencilla donde confluyen dos historias el proceso de maduración de una mujer a través de la pérdida y del recuerdo de la historia de España del siglo XX con los acontecimientos que en ella se dieron. Una historia predecible que ha logrado emocionarme en algunas ocasiones».

Esta novela fue finalista del premio Plantea en 2006 y tiene críticas muy contrapuestas. Por uen-tiempo-de-prodigiosn lado gente a la que le ha gustado mucho y por otro, lectores a los que no les ha gustado nada.

Yo trataré de dar mi visión objetiva de la lectura que sin llegar apasionarme me ha entretenido lo suficiente para no resultarme pesada.  En la narración tenemos dos historias que transcurren paralelas.

Por un lado conocemos  a Cecilia una mujer soltera de treinta tantos que acaba de perder a su madre y a su pareja y tiene que reconstruirse desde esas pérdidas. Esta es la parte más emocional del relato aunque en ocasiones puede resulta repetitiva. A mi ha sido la parte que más me ha gustado del libro ya que me ha parecido las más sincera y que mejor reflejaba las situaciones de dolor. Iremos conociendo las circunstancias que han rodeado a esas pérdidas. La prematura muerte de su madre por causa del cáncer y lo difícil de su aceptación. La ruptura con su pareja por el deseo de un hijo son temas de gran transcendencia en la vida y veremos como el personaje aprende a superarlos.

Por otro lado Cecilia comienza a visitar al abuelo de una amiga intima y entre ellos surge una relación de amistad en la que el abuelo comienza a contarle su vida. En la narración de Silvio repasaremos su infancia en Galicia, las extrañas relaciones que surgieron entre su familia y un rico norteamericano que visitaba el pueblo y como su vida a partir de ese hecho cambió de tal modo que s se convirtió en una vida de aventuras excepcionales que  irá desgranando a Cecilia en sus visitas.

Estos dos relatos se van entrecruzando y el libro se lee con facilidad alternando sentimientos y acción. El estilo es muy sencillo y sin complicaciones. A veces un poco manido pues es todo muy previsible. La historia de espionaje es lo que menos me ha gustado porque a pesar de ser el motor de la narración las aventuras eran tan parecidas a lo que hemos leído antes que no me ha llegado a impactar demasiado.

Sin embargo con el sentimiento de dolor de la protagonista por la pérdida de su madre si que me he llegado a identificar y es la parte que ha llegado a emocionarme aunque en ocasiones pudiera resultar pesada.

«El dolor es una estación de paso. Un lugar de tránsito donde a veces no queda más remedio que detenerse antes de seguir viaje. Ojalá hubiese podido renunciar a ese apeadero, pero no fue posible. El dolor no invita. Aparece, sin más, y entonces no queda otra opción que hacer un alto en el camino y enfrentarse a la certeza de que nada podrá ser igual, que el resto del viaje se ha visto alterado por esa parada intempestiva, por esa parada indeseable, por esa parada que ha tocado en suerte. Qué ironía, llamar suerte al roce mezquino de la desgracia, al contacto íntimo con la aflicción. Qué estúpido resulta llamar suerte a la desventura.» (Pág. 135)

En general es un libro que me ha entretenido. No me ha apasionado pero tampoco me ha desagradado del todo. En el club de lectura al que pertenezco lo pusieron a caldo, como malo malísimo incluso vomitivo llegaron a decir. Yo no soy tan radical pues he leído cosas peores y ha conseguido emocionarme en muchas ocasiones lo cual hace que tenga para mi algo positivo. Y si bien es fácil tocarnos la fibra con la muerte de una madre no me ha chirriado demasiado el modo de hacerlo. Así que tiene mi aprobado con un 6.