«El insólito peregrinaje de Harold Fry, Rachel Joyce» un libro que habla de la importancia del camino y de las pequeñas cosas que nos unen a la humanidad. Interesante y fácil de leer.

El insolito viaje de Harold FryNo conocía a esta escritora pero afronté la lectura de este libro con ganas debido a las buenas críticas que había leído sobre él. El libro no me ha defraudado y he seguido el camino recorrido por el protagonista con interés.

La novela trata sobre un hombre ya jubilado que recibe una carta de una antigua amiga con cáncer, lo que le afecta mucho. Cuando se dispone a contestarla y llevar la respuesta al buzón decide seguir caminando para ir a visitarla en persona como una especie de ofrenda para su salvación. El recorrido de Inglaterra de punta a punta y los más de 1000 km que les separan caminando le harán reflexionar sobre los actos de su vida y muchas de sus relaciones humanas y sobre todo familiares.

Es una novela que como su nombre refleja habla del un peregrinaje y de las sensaciones que siente el caminante al deconectarse del mundo habitual y conectarse con la naturaleza y su cuerpo en el camino. La toma de conciencia de las limitaciones y a la vez superaciones físicas del propio cuerpo, las endorfinas que libera el ejercicio y sobre todo el tiempo que uno tiene para pensar sobre la vida hace que este tipo de viajes siempre tengan algo de enseñanza reveladora para el peregrino.

Es una experiencia que siempre he tenido ganas de vivir, hacer el camino de Santiago o como en el caso del protagonista de este libro simplemente recorrer una larga distancia. En este caso un viaje  imposible para un hombre casi anciano que no está preparado ni físicamente ni en cuanto a su equipamiento material. Sin zapatos adecuados, sin móvil  y sin mapas, con el único equipaje de su propia voluntad. Una especie de salto al vacío.

Ese reto supone una superación personal pero es a la vez un viaje a los propios abismos, a los miedos y fantasmas personales que son rememorados en la soledad del viaje. Es a través de estos recuerdos cómo acabamos conociendo perfectamente al personaje

A pesar de tener momentos duros, el libro tiene una enseñanza de optimismo pues sólo cuando nos aceptamos tal como somos a nosotros y a los demás somos capaces de hablarnos con sinceridad y olvidar los prejuicios y barreras que separan a las personas.

En cierto modo el libro es un canto a la humanidad con sus cosas buenas, generosidad, esperanza, afán de superación y sus cosas malas que también se muestran durante el viaje, la competencia, el oportunismo de algunos, las manipulaciones de la prensa y la opinión pública ante cualquier hecho que destaque. Sobre todo una comprensión total de lo que nos hace humanos.

«Comprendió que el viaje que había emprendido para expiar los errores del pasado lo llevaría también a aceptar la extrañeza ajena. Como transeúnte, ocupaba una posición desde la que todas las cosas, y no sólo el paisaje, se abrían ante sus ojos. La gente se sentiría libre de hablarle y él, libre de escuchar, de llevarse consigo una pizca de cada una de aquellas historias. Eran tantas las cosas de las que se había desentendido, que les debía aquel pequeño acto de generosidad a Queenie y al pasado.» (Pág. 82)

Es un libro intimo y reflexivo donde la acción no es lo más importante de la novela sino las reflexiones  y la evolución del personaje. Destaco esta que me pareció que reflejan perfectamente la esencia de la novela.

«Harold caminaba un rato con todos estos desconocidos y los escuchaba. No juzgaba a nadie pero, a medida que los días pasaban y el tiempo y los lugares iban desvaneciéndose, no acertaba a recordar si el inspector de hacienda iba descalzo o si llevaba un loro en el hombro. Ya no importaba. Era la fragilidad de la gente lo que lo llenaba de asombro y ternura, así como la soledad intrínseca a cada ser humano. El mundo estaba hecho de personas que, como él, se limitaban a dar un paso tras otro, y una vida cualquiera podía parecer vulgar y corriente sencillamente porque quien la vivía llevaba mucho tiempo haciéndolo. Harold ya no podía cruzarse con un desconocido sin reconocer que todas las personas eran iguales y únicas a la vez. Tal era la paradoja de la condición humana.» (Pág. 144)

El libro me ha gustado y me parece esperanzador. En algunos momentos incluso me ha emocionado pero no lo incluyo entre mis recomendados porque le ha faltado sorprenderme algo más. Lo que pensaba iba a ser desde el principio resultó ser finalmente y aunque incluye alguna sorpresa no es un libro que me haya impactado lo suficiente. Sin embargo si lo considero una buena novela para ser la ópera prima de esta escritora.