«El origen del mundo del Pierre Michon, es una novela breve e intimista que muestra la mirada de un joven profesor de un pequeño pueblo de Francia donde se funde el paisaje y el deseo. A pesar de sus buenas críticas no me ha impactado».
He leído este libro con curiosidad por ser un préstamo de una amiga a raíz de una conversación que tuvimos sobre el erotismo.
La novela publicada en 2012 en su contraportada tiene frases como:
«Con una prosa a la que la madurez ha llevado a la cima de la precisión carnal, de la sensualidad en sus evocaciones tiernas o brutales, Pierre Michon describe un universo de evidencias y de misterios cuyo recuerdo nos perseguirá» (Jorge Semprún).
«La lujuria, el deseo, son un tema común en la literatura, pero rara vez han sido expresados con tanta poesía y profundidad» (San Francisco Chronicle).
«El poder de la imaginación que sostiene la escritura de Michon no decae jamás» (Roger Shattuck, Harper’s Magazine).
Y claro ante estas líneas hacen imaginar una historia de erotismo y pasión. El propio título del libro «El origen del mundo» hace referencia a un polémico cuadro de Courbet con una historia apasionante por su realismo y erotismo nos preparan para leer algo Sensual. Este cuadro también se cita en una curiosa conversación en el libro de Rafael Chirbes, «En la orilla».
Y quizás por estos antecedentes esperaba otra cosa al leer el libro con lo que en cierto modo estoy un poco decepcionada por las expectativas. Esperaba una historia más tórrida y pasional y al final el libro se queda en una descripción de sensaciones y deseos.
A ver como puedo explicarme sin contar demasiado de la historia porque este es un relato de emociones y sensaciones más que una trama en si misma, ya que pasar, pasar, no pasa nada, y esa es la sensación que me queda al final. Que me encuentro ante un ejercicio de estilo del escritor que ha escogido la novela como podría haber escogido la poesía. Siento que me han faltado desarrollo de personajes y más trama.
La novela describe las sensaciones y emociones de un joven maestro francés de 20 años en su primer destino y su fascinación por dos mujeres que conoce allí. En ellas simboliza los papeles femeninos más comunes, la madre en la figura de su posadera y la mujer carnal e inaccesible, el objeto de deseo personificada por la estanquera y su voluptuosidad. Una tercera mujer que será su amiga con derecho a roce hace el papel de la novia que está pero a la que no se aprecia por su disponibilidad. La narración muestra las impresiones y pensamientos del maestro de sus relaciones con esas mujeres y el entorno del pueblo donde vive, el paisaje, los pescadores, el río. Reflexiones íntimas y llenas de metáforas que es precisamente donde reside la magia y fuerza del relato.
Esas descripciones llegan a ser muy intensas e impactantes, sobre todo las que hacen referencia a la estanquera y son la parte que más me ha gustado del libro. Es esa forma de combinar las palabras con simbolismo y poesía lo que destaca de este relato que parece que atrapa con fuerza al principio y sin embargo me ha parecido que ha ido perdiendo fuelle a medida que vemos que no progresa demasiado la acción.
Una novela interesante por su brevedad y buen estilo pero que no puedo incluir entre mis recomendados porque a pesar de su supuesta sensualidad, salvo en contadas ocasiones, me ha dejado fría.