Hacía tiempo que tenía ganas de leer este libro pero como sospechaba, por su tamaño y las reseñas que había leído, que era un poco espeso lo había ido retrasando hasta ahora que con la baja he tenido algo más tiempo y me he animado.
Lo primero de todo decir que no es un libro apto para amantes de la lectura rápida y fácil. Es un libro difícil y profundo lleno de digresiones sobre las relaciones humanas con muy pocos impulsos en la trama pero que sin embargo te llega precisamente por su profundidad.
La novela arranca con una situación dramática. La protagonista descubre una mañana que la pareja ideal que ella observa todas las mañanas en la cafetería mientras desayuna ha desaparecido porque él ha sido asesinado sin razón por un vagabundo trastornado de la calle. Una muerte sin razón y sin sentido que acaba con el amor y lo que le rodea. Al darle sus condolencias, ella entra mas en contacto con la viuda y un amigo de el fallecido del que se enamora y con el que mantiene una relación sin compromiso.
Esta relación permitirá al autor por medio de sus largas reflexiones y conversaciones entre ambos, plantear las múltiples y diferentes situaciones que se pueden dar en las relaciones amorosas desde los amores perdidos, imposibles o no correspondidos, hasta los amores de conveniencia, costumbre, compañía o amistad y las cosas que somos capaces de hacer movidos por esos sentimientos.
Es una obra en la que uno no para de subrayar porque muchos de sus conceptos nos son muy cercanos a la hora de identificarnos con experiencias parecidas, ya que es un poco lo que todos sabemos sobre el amor, la ausencia, la vida pero que no solemos tratar de poner en palabras. Y el escritor lo hace muy bien, y con muchas, porque es una novela de un tamaño en mi opinión excesivo donde se dan demasiadas vueltas a algunos planteamientos que se podrían haber reducido. Sin embargo aunque en algún momento estuve tentada de dejarlo continué por el buen estilo con el que está escrito y tengo que reconocer que al final me ha gustado mucho.
Los únicos tres giros de la trama son bastante impresionantes y sirven de motor para el resto de la novela siempre que se tenga en cuenta que no es una obra de acción sino una historia de relaciones humanas y desarrollo de personajes. Se podría considerar casi un ensayo sobre los sentimientos.
Es una obra que te hace pensar mucho y que se debe leer lentamente, no solo por el tamaño y longitud de las frases donde es fácil perderse sino también por lo filosófico de las conversaciones.
Tiene algunas referencias interesantes a Balzac, Shakespeare y Dumas que sirven de referencia argumental y nos dan un poco las claves de lo que pretende el autor con la obra.
Lo que pasó es lo de menos. Es una novela, y lo que ocurre en ellas da lo mismo y se olvida, una vez terminadas. Lo interesante son las posibilidades e ideas que nos inoculan y traen a través de sus casos imaginarios, se nos quedan con mayor nitidez que los sucesos reales y los tenemos más en cuenta. (pág 105)
Me encuentro en el dilema de qué otros fragmentos destacar porque por su longitud no quiero vulnerar los derechos del autor ni aburríos a vosotros. Así que escogeré alguna de las más cortas de las que me han llamado la atención que como digo fueron muchas. Hay libros en los que no se puede evitar.
Es otro de los inconvenientes de padecer una desgracia: al que la sufre los efectos le duran mucho más de lo que dura la paciencia de quienes se muestran dispuestos a escucharlo y acompañarlo, la incondicionalidad nunca es muy larga si se tiñe de monotonía. Y así, tarde o temprano, la persona triste se queda sola cuando aún no ha terminado su duelo o ya no se le consiente hablar más de lo que todavía es su único mundo, porque ese mundo de congoja resulta insoportable y ahuyenta.(pág 49)
Esta otro fragmento me ha gustado por su plasticidad en la descripción y también refleja el estilo pausado de la novela.
Las facciones eran delicadas, con ojos rasgados de expresión miope o soñadora, pestañas bastante largas y una boca carnosa y firme muy bien dibujada, tanto que sus labios parecían los de una mujer trasplantados a una cara de hombre, era muy difícil no fijarse en ellos, quiero decir apartarles la vista, eran como un imán para la mirada, tanto cuando hablaban como cuando estaban callados. Daban ganas de besárselos, o de tocárselos, de bordear con el dedo sus líneas tan bien trazadas, como si se las hubiera hecho un pincel fino, y luego de palpar con la yema lo rojo, a la vez prieto y mullido. (pag 68)
Pero las reflexiones que me parecen mas interesantes son sobre la fugacidad de las cosas a la que hay bastantes referencias.
Nada dura lo bastante porque todo se acaba, y una vez acabado resulta que nunca fue bastante, aunque durara cien años. (Pág. 67)
(…)
Lo que dura se estropea y acaba pudriéndose, nos aburre, se vuelve contra nosotros, nos satura, nos cansa. Cuántas personas que nos parecían vitales se nos quedan en el camino, cuántas se nos agotan y con cuántas se nos diluye el trato sin que haya aparente motivo ni desde luego uno de peso. Las únicas que no nos fallan ni defraudan son las que se nos arrebata, las únicas que no dejamos caer son las que desaparecen contra nuestra voluntad, abruptamente, y así carecen de tiempo para darnos disgustos o decepcionarnos. Cuando eso ocurre nos desesperamos momentáneamente, porque creemos que podríamos haber seguido con ellas mucho más, sin ponerles plazo. Es una equivocación, aunque comprensible. La prolongación lo altera todo, y lo que ayer era estupendo mañana habría sido un tormento.(pag 85)
(…)
El error de creer que el presente es para siempre, que lo que hay a cada instante es definitivo, cuando todos deberíamos saber que nada lo es, mientras nos quede un poco de tiempo. Llevamos a cuestas las suficientes vueltas y los suficientes giros, no sólo de la fortuna sino de nuestro ánimo. Vamos aprendiendo que lo que nos pareció gravísimo llegará un día en que nos resulte neutro, sólo un hecho, sólo un dato. (Pag 90)
Y por último me ha encantado la reflexión sobre el verdadero amor. No ese que te hace calcular. El enamoramiento total para el que no existen palabras en todos los idiomas.
Nos hacen mucha gracia muchas personas, nos divierten, nos encantan, nos inspiran afecto y aun nos enternecen, o nos gustan, nos arrebatan, incluso nos vuelven locos momentáneamente, disfrutamos de su cuerpo o de su compañía o de ambas cosas, como me sucede contigo y me ha sucedido otras veces, unas pocas. Hasta se nos hacen imprescindibles algunas, la fuerza de la costumbre es inmensa y acaba por suplir casi todo, incluso por suplantarlo. Puede suplantar el amor, por ejemplo; pero no el enamoramiento, conviene distinguir entre los dos, aunque se confundan no son lo mismo… Lo que es muy raro es sentir debilidad, verdadera debilidad por alguien, y que nos la produzca, que nos haga débiles. Eso es lo determinante, que nos impida ser objetivos y nos desarme a perpetuidad y nos haga rendirnos en todos los pleitos (Pág. 204)
En fin un gran libro, reflexivo, profundo y en algunos momentos incluso algo pesado pero que te hacer pensar y deja huella en cierto modo. No apto para todos, pero si un imprescindible para los amantes de la buena literatura. Al final me ha gustado mucho aunque reconozco que en algún momento me ha costado. Me alegro de haberlo terminado porque ha merecido la pena el esfuerzo.