El infinito en un junco de Irene Vallejo es un libro maravilloso que consigue atraparte desde sus primeras páginas. Con su narración del origen de los libros en la historia, logra escribir un ensayo lleno de poesía y amor por la literatura. Me ha encantado. Estoy sin palabras. Con este libro, la autora, se ha hecho un lugar en infinito de la literatura.

El infinito en un junco es un ensayo apasionante.

El infinito en un junco, Irene Vallejo. Me encanta leer

Irene Vallejo logra con su libro que, incluso los lectores que no somos aficionados a los ensayos, nos sintamos arrastrados por la historia y su forma de contarla.

Parece imposible decir qué me he emocionado leyendo un ensayo, pero esa ha sido la realidad. Y es que logra, con su forma de escribir, que no sólo aprendamos cosas nuevas, sino que también vibremos con su forma de contarlas.

Es cierto, que es fácil, que los que somos lectores apasionados nos identifiquemos con su amor por los libros y su forma de hablar de ellos. Por eso, este es un libro que nuevamente empiezo a recomendar desde el principio de mi reseña, porque me ha fascinado.

Realmente no sé ni por donde empezar esta reseña, porque he subrayado miles de pasajes del libro, pero tampoco quiero abusar y hacer una reseña llena de citas, aunque es inevitable que os ponga algunas de las que más me impactado.

Ante todo, tengo que comenzar con esta maravillosa cita del principio del libro y que en cierto modo, nos abre las puertas de lo que nos vamos a encontrar.

«El libro es, sobre todo,

un recipiente donde reposa el tiempo.

Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia

y la sensibilidad humana

vencieron esa condición efímera, fluyente,

que llevaba la experiencia del vivir

hacia la nada del olvido».

EMILIO LLEDÓ, Los libros y la libertad

Poesía en prosa

Este ensayo, en cierto modo, logra transmitir la poesía de las letras a través de la prosa. Desde el título «El infinito en un junco», nos muestra la emoción que logra conseguir con su escritura, mucho más allá del soporte en el que esté escrita. Ese «infinito» que logran alcanzar las palabras y ese «junco» que fue la base inicial para los primeros libros. Por medio de esa metáfora vamos conociendo cómo surgen los libros, sus diferentes formatos y los distintos soportes que se utilizaran para conservar la escritura.

El subtítulo de la obra aclara a qué se va a dedicar el ensayo de una forma más clara y precisa «La invención de los libros en el mundo antiguo». Este subtítulo acota el ensayo de manera que concentra la historia de los libros en esa época.

Se analiza cómo surge la escritura y cómo sirve de soporte, para la tradición de relatos existentes que se transmitían de forma oral. Nos narra cómo la escritura tiene que luchar contra el rechazo inicial que surge al privar al relato oral de parte de su magia, pero al tiempo logra por medio de la palabra escrita, perdurar en el tiempo.

Así, a través de sucesivas simplificaciones, llegaron a las letras. Combinando letras hemos conseguido la más perfecta partitura del lenguaje, y la más duradera. Pero las letras nunca han dejado atrás su pasado de dibujos esquemáticos. Nuestra «D» representaba en origen una puerta, la «M» el movimiento del agua, la «N» era una serpiente y la «O» un ojo. Todavía hoy, nuestros textos son paisajes donde pintamos —sin saberlo— el oleaje del mar, donde acechan peligrosos animales y miradas que no pestañean.

Parte I. Cap 38, Pag 113

Una estructura temática

La obra está estructurada en capítulos de acuerdo con el contenido y no tanto el tiempo, ya que la narración a veces se desarrolla de forma alineal con saltos en el tiempo, según el tema que se esté abordando. La única estructura es una Parte I, dedicada a los griegos y una Parte II, dedicada a los romanos, pero que en muchas ocasiones también se entrecruzan con referencias de unos y otros.

El libro comienza con la apasionante narración de unos jinetes que recorren el mundo conocido en busca de libros para la biblioteca de Alejandría, y esta historia se enlaza con las palabras de la escritora haciendo referencia a sus miedos y preparación antes de escribir esta obra. Y nos dejamos llevar por ese coctel, donde lo personal se mezcla con la historia; y la poesía con el relato, los cuentos con los recuerdos, y nosotros apuramos cada palabra, sin importarnos demasiado, el orden del relato en si mismo, fascinados por lo que nos cuenta.

Luego nos narra el origen de la escritura, las anotaciones de los mercaderes para recordar lo que viajaba en los barcos. Los jeroglíficos griegos, la piedra roseta… y mil conocimientos más que nos son transmitidos o recordamos de lecturas anteriores y que aparecen como anécdotas de forma ligera.

El alfabeto fue una tecnología aún más revolucionaria que internet. Construyó por primera vez esa memoria común, expandida y al alcance de todo el mundo. Ni el saber ni la literatura completa caben en una sola mente pero, gracias a los libros, cada uno de nosotros encuentra las puertas abiertas a todos los relatos y todos los conocimientos. Podemos pensar, como vaticinaba Sócrates, que nos hemos vuelto un puñado de engreídos ignorantes. O que, gracias a las letras, formamos parte del cerebro más grande y más inteligente que ha existido nunca. Borges, que pertenecía al grupo de los que piensan de la segunda manera, escribió: «De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio y el telescopio son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación».

Parte I. Cap 45, Pag 126

Apoyados con palabras y citas de otros escritores en una especie de crucigrama lleno de referencias interesantes, que se entrecruzan hasta llegar a nosotros en forma de libros o a través de internet, que también tiene su hueco en esta historia.

Sin embargo, a los lectores de hoy, la biblioteca de Babel nos fascina como alegoría profética del mundo virtual, de la desmesura de internet, de esa gigantesca red de informaciones y textos, filtrada por los algoritmos de los buscadores, donde nos extraviamos como fantasmas en un laberinto. (…)

Imagino la experiencia de entrar en la Biblioteca de Alejandría en términos parecidos a lo que yo sentí cuando navegué por primera vez en internet: la sorpresa, el vértigo de los espacios inmensos. Me parece contemplar a un viajero que desembarca en el puerto de Alejandría y apresura el paso hacia el reducto de libros, alguien parecido a mí en el apetito de lectura, invadido, casi cegado, por las emocionantes posibilidades de la abundancia que empieza a vislumbrar desde los pórticos de la Biblioteca. Cada uno en nuestra época, pensaríamos lo mismo: en ningún lugar había existido tanta información reunida, tanto conocimiento posible, tantos relatos con los que experimentar el miedo y el deleite de vivir.

Parte I. Pag 31-32

La cultura como símbolo

Son numerosos los aspectos que se tratan en esta obra sobre el papel del libro en la sociedad, y las metáforas que han llegado hasta nuestros días, como la que acabo de utilizar el papel. Leer entre líneas en nuestro pasado y no dejarse nada en el tintero.

Tras este juego de palabras y a modo de resumen, decir que en esta obra se tratan multitud de cuestiones relacionadas con el libro y la cultura que transmite. Las primeras bibliotecas y su forma de catalogar las obras. La importancia del teatro y sus representaciones y la aparición de las narraciones en prosa o poesía.

Así mismo, se analiza el papel de los libreros y su evolución, y sobre todo en épocas de represión. Cómo los libros se reproducían a mano y viajaban a todos los lugares del mundo conocido. Y el papel de la misma cultura, en una sociedad eminentemente bélica, donde se apreciaba poseer el conocimiento, pero que no se reconocía su transmisión, sobre todo en el imperio romano. El oficio de maestro era para los esclavos griegos y ningún ilustre se dedicaba a la escritura, salvo como una afición para deleitar a las amistades. Nadie cobraba por sus obras, por eso los escritores o eran de clases altas o malvivían.

Así mismo, interesante el papel de la esclavitud, tan diferente de cómo se entendió posteriormente. Los esclavos eran gente de todo tipo desde aristócratas del bando perdedor hasta mano de obra barata. Por ello muchos intelectuales griegos tras su derrota ante Roma, fueron esclavos de los romanos que los usaban como maestros, traductores, etc y en muchas ocasiones recibían muy buen trato, hasta el punto de no desear la libertad si eso les obligaba a salir de las mansiones en las que vivían y les hacía auto abastecerse.

Fascinantes, también las reflexiones dedicadas a la ciudadania romana, lograda en todo el mundo conocido independiente de su raza o condición, algo inconcebible para los defensores de la primacía de la raza blanca.

Si no era la raza, el color de la piel o el lugar de nacimiento, ¿qué unía a los habitantes de Escocia, Galia, Hispania, Siria, Capadocia y Mauritania? ¿Cuáles eran los vínculos que a lo largo y ancho de tan enormes extensiones ayudaban a los romanos a entenderse, compartir aspiraciones y descubrirse miembros de una misma comunidad? Una urdimbre de palabras, ideas, mitos y libros.

Parte II. Cap 45.

El papel de la mujer

En su pasear por la historia, Irene Vallejo nos cuenta además, la importancia de las mujeres en esta historia sin nombre. Una historia donde casi no aparecen debido a machismo reinante en este mundo que las impedía destacar al margen de la maternidad y a que el paso del tiempo borraba unas huellas que no interesó a nadie rescatar. Sin embargo, es curioso que el primer autor del mundo en la historia de la literatura sea una mujer.

La historia de la literatura empieza de forma inesperada. El primer autor del mundo que firma un texto con su propio nombre es una mujer.

Mil quinientos años antes de Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia. Los rubricó con orgullo. Era hija del rey Sargón I de Acad, que unificó la Mesopotamia central y meridional en un gran imperio, y tía del futuro rey Naram-Sim. Cuando los estudiosos descifraron los fragmentos de sus versos, perdidos durante milenios y recuperados solo en el siglo XX, la apodaron «la Shakespeare de la literatura sumeria», impresionados por su escritura brillante y compleja. «Lo que yo he hecho nadie lo hizo antes», escribe Enheduanna. También le pertenecen las más antiguas notaciones astronómicas. Poderosa y audaz, se atrevió a participar en la agitada lucha política de su época, y sufrió por ello el castigo del exilio y la nostalgia. Sin embargo, nunca dejó de escribir cantos para Inanna, su divinidad protectora, señora del amor y de la guerra. En su himno más íntimo y recordado, revela el secreto de su proceso creativo: la diosa lunar visita su hogar a medianoche y la ayuda a «concebir» nuevos poemas, «dando nacimiento» a versos que respiran. Es un suceso mágico, erótico, nocturno. Enheduanna fue —que sepamos— la primera persona en describir el misterioso parto de las palabras poéticas.

Parte I. Cap 63 Pag 170

Interesante, aunque que no puedo evitar pensar, que menos mal que se encontraron estos restos en el siglo XX, que sino es posible que también hubieran desaparecido o se hubieran atribuido a otro autor.

Y aunque las mujeres si eran educadas en la lectura y el conocimiento, tanto en el mundo griego como el romano, era sobre todo, para que pudiesen ejercer de maestras para sus hijos y así transmitirles sus conocimientos y cultura, pero nunca para tener una lugar propio en la historia.

A pesar de que algunas mujeres lograron perdurar, siempre fue a costa de renunciar a una vida normal y muchas veces a una muerte cercana o a vivir tras la sombra de un hombre importante. Safo, Hipatia o Aspasia son algunas de esas mujeres. Son muy interesantes los capítulos Tejedoras de historias y Añicos de voces femeninas donde la escritora trata sobre ellas en el mundo griego y romano, aunque tienen presencia a lo largo de toda la obra.

Precioso este fragmento que recrea la presencia de las mujeres al contar historias y al crear un lenguaje propio dentro de las tramas y la literatura.

Y, sin embargo, desde tiempos remotos las mujeres han contado historias, han cantado romances y enhebrado versos al amor de la hoguera. Cuando era niña, mi madre desplegó ante mí el universo de las historias susurradas, y no por casualidad. A lo largo de los tiempos, han sido sobre todo las mujeres las encargadas de desovillar en la noche la memoria de los cuentos. Han sido las tejedoras de relatos y retales. Durante siglos han devanado historias al mismo tiempo que hacían girar la rueca o manejaban la lanzadera del telar. Ellas fueron las primeras en plasmar el universo como malla y como redes. Anudaban sus alegrías, ilusiones, angustias, terrores y creencias más íntimas. Teñían de colores la monotonía. Entrelazaban verbos, lana, adjetivos y seda. Por eso textos y tejidos comparten tantas palabras: la trama del relato, el nudo del argumento, el hilo de una historia, el desenlace de la narración; devanarse los sesos, bordar un discurso, hilar fino, urdir una intriga. Por eso los viejos mitos nos hablan de la tela de Penélope, de las túnicas de Nausícaa, de los bordados de Aracne, del hilo de Ariadna, de la hebra de la vida que hilaban las moiras, del lienzo de los destinos que cosían las nortas, del tapiz mágico de Sherezade.

Ahora mi madre y yo susurramos las historias de la noche en los oídos de mi hijo. Aunque ya no soy aquella niña, escribo para que no se acaben los cuentos. Escribo porque no sé coser, ni hacer punto; nunca aprendí a bordar, pero me fascina la delicada urdimbre de las palabras. Cuento mis fantasías ovilladas con sueños y recuerdos. Me siento heredera de esas mujeres que desde siempre han tejido y destejido historias. Escribo para que no se rompa el viejo hilo de voz.

Parte II. Cap 44.

Un libro de citas

Este libro, es a su vez un libro lleno de citas de otros libros y otros escritores. Muchos libros que ya había leído son mencionados en el, y otros muchos que no había leído, me han servido de referencia para futuras lecturas. De hecho en la parte final del ensayo disfrutamos de una completa bibliografía de los libros usados y las referencias de cada capítulo, de modo que es muy útil rebuscar en sus páginas para próximas lecturas y que seguro que recuperaré.

Un canto de amor a los libros

Todo el ensayo es, en general un reconocimiento a los libros y a su papel en nuestra trayectoria y educación personal. Un análisis de la importancia y el peso que tuvieron en la antigüedad y cómo ese lugar se perdió a partir del siglo V, y solamente perduró recluido en los monasterios, para luego reaparecer y triunfar con la aparición de la imprenta.

La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción. A los juncos, a la piel, a los harapos, a los árboles y a la luz hemos confiado la sabiduría que no estábamos dispuestos a perder. Con su ayuda, la humanidad ha vivido una fabulosa aceleración de la historia, el desarrollo y el progreso. La gramática compartida que nos han facilitado nuestros mitos y nuestros conocimientos multiplica nuestras posibilidades de cooperación, uniendo a lectores de distintas partes del mundo y de generaciones sucesivas a lo largo de los siglos. Como afirma Stefan Zweig en el memorable final de Mendel, el de los libros: «Los libros se escriben para unir, por encima del propio aliento, a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido».

Parte II. Cap 48

Opinión personal

Ya os he dicho que este libro me ha fascinado. Es de lectura lenta porque requiere su tiempo para analizar y absorber cada frase, pero a la vez lo he devorado. Me he emocionado con los finales de cada capítulo donde la escritora dejaba fluir un lenguaje más poético y he recopilado cada una de las citas y recomendaciones literarias en las que buscaré nuevas lecturas. He disfrutado de reencontrar en sus lineas muchos de los libros que ya he leído y al tiempo me ha gustado compartir con la escritora esa magia que sentimos los amantes de la lectura. La emoción de una buena obra.

Este es un libro que recomiendo a todos los amantes de la lectura porque se van a sentir identificados con el. Yo, ya he caído rendida.

Sobre la autora

Aunque no conocía nada de su trabajo estaré atenta y buscaré alguna de sus publicaciones anteriores porque verdaderamente he disfrutado mucho con esta lectura.

https://es.wikipedia.org/wiki/Irene_Vallejo_Moreu

Si quereis saber más de ella podeis leer esta entrevista que le hacen en El País que es muy intereante.

https://www.rtve.es/noticias/20201123/exito-callado-infinito-junco-hay-lectores-se-han-aferrado-como-viaje-liberador/2058244.shtml

También os pongo estos videos donde la autora habla de su obra y que os pueden resultar muy interesantes para conocerla mejor a ella y a su trabajo.