Antes de nada decir que con Isabel Allende tengo una especie de relación contradictoria amor/odio. Sus primeros libros «La casa de los espíritus» y «Los cuentos de Eva Luna» me encantaron pero la mayoría de los libros que he leído de ella después ya no me han gustado tanto porque ha pesar de estar correctamente escritos y bien documentados me han parecido libros fáciles de entretenimiento al mas puro estilo best seller. Un poco vivir de las rentas de sus primeras novelas que son verdaderas joyas y que si alguien no ha leído se las recomiendo.
Este libro en cierto modo tambien es un típico best seller pero me ha sorprendido porque la trama estaba situada en la actualidad algo que no es habitual y los personajes me han enganchado totalmente. Así que aunque no parece un libro de esta escritora y sin llegar a ser una joya de la literatura me ha gustado más que las últimas novela que había leído de ella.
La trama gira en torno al personaje de Indiana una masajista mística, voluptuosa, dulce, generosa y casi mágica que ajena a sus encantos y las reacciones que provoca en los hombres trabaja en una clínica de medicina natural tratando de hacer el bien con sus dones curativos. Conoceremos a su familia, a su padre y su hija Amanda personajes fundamentales en la novela porque son aficionados a los juegos de roll y paralelamente trataran de resolver una serie de asesinatos que se están dando en San francisco donde se desarrolla la acción. Conoceremos a su ex y a los enamorados de Indiana y a su peculiar grupo de clientes de la clínica.
Hasta pasada más de la mitad del libro seguiremos a los personajes, conoceremos las conexiones que los unen, sus preocupaciones y afectos. Me han resultado fascinante este grupo de personas, todos muy bien desarrollados e interesantes. Algunos bastante estrambóticos pero en general muy entrañables. En cierto modo si me ha recordado a La casa de los espíritus en ese elenco.
Por ejemplo me hizo gracia como describe a Amanda la hija de Indiana.
Amanda era hija única y muy consentida, pero el abuelo creía que apenas se graduara de la secundaria y fuera lanzada sin preámbulos al mundo, ese problema se resolvería solo. Era vegetariana porque no cocinaba; cuando tuviera que hacerlo adoptaría una dieta menos complicada. Fue lectora voraz desde muy corta edad, con los peligros que esa costumbre conlleva. Los asesinatos habrían ocurrido de todos modos, pero ella no se habría visto involucrada si no hubiera leído novelas policiales de autores escandinavos con tanto ahínco que se le desarrolló una reprobable curiosidad por la maldad en general y el homicidio premeditado en particular. (Pág. 20)
Ya pasada la mitad del libro comienza la trama de acción propiamente dicha aunque notamos su peso en el aire a lo largo de toda la novele. Nuestros personajes se verán afectados por los asesinatos que Amanda y sus amigos tratan de resolver por medio de su juego de roll, el juego de Ripper que da nombre al libro.
Aunque la novela me ha resultado previsible en su resolución en lo que a la intriga se refiere, en general el libro me ha gustado porque los personajes me han enganchado mucho. Sólo por vivir unos instantes sus vidas y mirar en su intimidad me ha gustado leer la historia.
Se puede considerar un libro de investigación policíaca con desarrollo de personajes. Es una lectura entretenida y ligera que a la vez nos aporta algunos personajes muy bien desarrollados. En cierto modo me recuerda a la narrativa nórdica que la autora tiene muy presente.
Además a mi me ha encantado el tratamiento que le da a Miller, uno de los pretendientes de Indiana. Un soldado excombatiente de la guerra de Irak y su perro adiestrados para el combate. En la descripción de este personaje se trata las secuelas de las guerras en los combatientes de un modo muy acertado y humano. Me gustó este fragmento y por eso lo cito en la reseña.
En su tercera noche en el pueblo abandonado, Miller se atrevió a llamar a Sharbat por primera vez. Ella tardó un poco en llegar, pero cuando lo hizo no era la imagen borrosa o ensangrentada de sus pesadillas, sino la niña de los recuerdos, intacta, con su expresión asustada, su pañuelo floreado y su hermanito en los brazos. Entonces pudo pedirle perdón y prometerle que atravesaría el mundo para buscarla, y en un interminable monólogo decirle aquello que nunca le diría a nadie, sólo a ella, porque nadie quiere conocer la realidad de la guerra, sólo la versión heroica depurada del horror, y nadie quiere oír a un soldado hablar de su tormento; contarle, por ejemplo, que después de la Segunda Guerra Mundial se descubrió que sólo uno de cada cuatro soldados disparaba a matar. Se cambió el entrenamiento militar para destruir esa repulsión instintiva y crear la respuesta automática de apretar el gatillo sin vacilar al menor estímulo, un reflejo grabado en la memoria muscular, y así se consiguió que el noventa y cinco por ciento de los soldados mataran sin pensar, un verdadero éxito; pero todavía no se ha perfeccionado el método para acallar los campanazos que repican en la conciencia más tarde, después del combate, cuando toca reincorporarse al mundo normal y hay pausas para reflexionar, cuando empiezan las pesadillas y la vergüenza que el alcohol y las drogas no logran mitigar. Y cuando no hay dónde descargar la rabia acumulada, unos terminan buscando camorra en bares y otros pegándole a la mujer y a los hijos. (Pag 295)
En resumen me ha parecido un libro entretenido, fácil de leer, con personajes muy bien desarrollados que aunque no pasará a la historia de la literatura cumple con las expectativas y engancha bastante.
muy buen libro